QUÉ MANÍA ESA... ❤️
Qué manía esa, la de ir regalando el corazón, cuando lo que más llena, más aporta, más se respira, más eriza la piel, más motiva, más hace crecer y más TODO, es compartirlo. Sí, compartirlo, del verbo com(PAR)tir. Entre dos, claro.
Aunque repartamos y compartamos #amor por doquier, a cascoporro hasta la indecencia, cuando estamos bien con el mundo. Excelsa y sublime consecuencia, que no única, de estar bien con nosotros mismos.
Qué manía esa, la de ir regalando el corazón cuando postulamos amor, presionados por nuestras propias inseguridades. Esas que todos hemos sentido y vivido en nuestra propia piel. Sí, todos. Ay, la piel...
Vacilaciones de las heridas del pasado que se visten con corazas transitorias y no dejan aliento para el presente más inmediato. Cuánta prisa tenemos siempre para todo... ¡¡cachis!!
Corazas que frenan el llenar los pulmones para seguir respirando y haciendo espacio torácico, desgarrando a su paso para que entre aire. Oxígeno que reconforta y da sosiego, claro, si no es así, pues no.
Qué manía esa, la de ir regalando el corazón, pensando que tenemos que ser rescatados de nuestros propios demonios por alguien ajeno a nuestras circunstancias. Incongruencias autoimpuestas donde nuestro único enemigo somos nosotros mismos.
Hasta para todo lo que conlleva ser y estar. La esencia, qué cosa tan bonita, oiga. Ardua tarea esta, la de vivir.
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