lunes, 31 de julio de 2017

Tropieza. De verdad, no pasa nada.

Querida Yo misma:

No pretendas que todo salga como esperas. Eso no ocurrirá. Se llama vivir. 

Pero no te preocupes. Después de la caída, de los rasguños, de esas lágrimas sin retorno... 

...después de fustigarte, de lamentarte por haberlo hecho, de pensar que todo está jodido, de querer mandarlo todo a tomar viento... estarás bien. Créeme. 

De verdad, créeme, confía en mi (en ti misma, claro), siempre terminas recuperándote y estando bien habiendo aprendido un poquito más. Habiendo crecido un poquito mejor. 

Habiendo descubierto, quizá, una pequeña parte que desconocías de ti.

Tropieza. De verdad, tropieza. No pasa nada. Tropieza para poder morder el lodo y averiguar a qué sabe el fracaso hecho aprendizaje. 

Las heridas se curan mejor cuando te levantas una y otra vez.

Sí, aunque lo tengas todo perfectamente descontrolado, confía en ti misma. Este es el secreto. 😉


CUANDO SE DERRUMBE TU MUNDO... 🌐 ❤️

Cuando se derrumbe tu mundo, acércate al mío. Hay oxígeno de sobra para construir.

Oxígeno de sobra para crecer, para sosegar... para perder(nos) las miradas en la oscura noche llena de calma, la tuya.

Oxígeno de sobra para reír hasta la indecencia de las horas perdidas del tiempo, y en el tiempo.

Segundos hechos horas. Horas hechas días. Días hechos eternos. Lo efímero de lo que nunca llegó a ser, que nunca es. Que las circunstancias nunca son las que anhelamos.


Ay, cuando se derrumbe tu mundo, de verdad, acércate al mío. Y lo intangible de lo efímero dejará de ser ese tiempo caduco y perecedero, para ser. 

Para SER y ESTAR. Y claro, así, sí. 💙


sábado, 29 de julio de 2017

PONER DE MODA QUERER(SE) BIEN, Y NO A MEDIAS. 💙

Nos encanta aprender sobre temas banales, sobre temas técnicos, sobre temas profesionales, sobre viajes, sobre tecnología, sobre el futuro, incluso siendo éste incierto.

Pero a veces olvidamos lo que realmente importa aprender. ¿No os habéis planteado nunca que la inteligencia emocional es una de las asignaturas pendientes desde que somos pequeños?

Si aprendiéramos a gestionar las emociones desde bien temprana edad, muchos de los traumas emocionales que vivimos de adultos no existirían.

Aprenderíamos que son parte del proceso. Incluso aprenderíamos a no llegar a dichas situaciones.

Seríamos capaces de comprender mejor los momentos emocionales que a veces nos afectan en demasía. Incluso se nos escapan de nuestro control porque no hemos aprendido a comprenderlos.

Al final, esto me hace pensar en el tema del querer, del amor. Y es que no deberíamos aprender a querer más, si no mejor.


Deberíamos poner de moda eso de querer(se) bien y no a medias. 😊


viernes, 28 de julio de 2017

Colecciona momentos, no cosas.

Alguien dijo una vez, COLECCIONA MOMENTOS, NO COSAS. 😌

Desde que descubrí que me aporta más coleccionar historias, experiencias y momentos, he aprendido el sosiego que dan los recuerdos bonitos.

He aprendido que el amor no se compra. Hay que cuidarlo a diario. Por poco que sea. Poco siempre es más que nada. Y claro, así, sí. 💙 Aunque a veces no es suficiente, admitámoslo.

Que la amistad requiere casi de las mismas necesidades y mimos que el amor. Al fin y al cabo, en muchas ocasiones, en casi todas más bien, van intrínsecos.

Seguimos insistiendo en querer mucho, cuando en realidad hay que aprender a querer mejor. En serio, piénsalo.

He aprendido que cuando alguien te importa de verdad, no regalas silencios eternos. Porque los silencios otorgan como aquél que calla. Y claro, así, pues no. 

Plantéate si es que igual no te importa lo suficiente o tanto como creías. Y ya.

Que todo el mundo se hace llamar honesto y humilde, y Doña Honestidad tiene la Humildad descontextualizada. Qué cosas oye... tanta personalidad propia mal entendida. ¿o era ego? Será cosa de la amnesia colectiva.

He aprendido que la gente siembra rencor por doquier antes de dialogar. Que prejuzgan sin saber, sin conocer. Que todo el mundo lo sabe todo de los demás, y a veces deberían ser mejores conocedores de su propia existencia. 

¿Por dónde iba? Ah, sí, que voy a seguir coleccionando momentos. Que el valor de lo intangible siempre suma, y no resta como las actitudes condicionadas por lo ajeno.

Insisto, no es necesario complicarnos la vida, ella sola ya lo hace maravillosamente. 


domingo, 23 de julio de 2017

Así de lejos... y tan cerca.

El amor no se piensa. Se siente.
El amor no te ata. Te desata.
El amor cuida. No descuida.
El amor no te destruye. Te construye, y se construye.
El amor no deteriora. Repara.
El amor no te empequeñece. Te magnifica haciéndote crecer.
El amor no hiere. Cura. Sobre todo el amor propio. 
Y si no es así, no es amor. 

Nos empeñamos en darle nombre a las cosas que no lo necesitan. 

A lo intangible de los sentimientos que apretujan el alma para seguir alimentándola.

A ordenar emociones que evidentemente no necesitan ser ordenadas. ¡¡Qué osadía!!

Nos empeñamos en buscar respuestas que ya tenemos en silencio. 

Pero seguimos escudriñando para no admitir que siempre, siempre, las decisiones importantes necesitan valentía y coraje, y no silencios mal gestionados, mal entendidos... mal de todo (y de todos).

Persistimos en encontrar la solución en otros, cuando somos nosotros mismos la suma de nuestras decisiones y nuestras no-decisiones convertidas en esa solución que ya tenemos.

Ese primer abrazo sentido donde no corre el aire, porque de dos, uno. Algo así como... siento que te conozco desde hace muchos años.

Esos señeros abrazos con personalidad propia y sin retorno, que marcan un antes y un después a tu propia existencia. A la nuestra, claro.

- ¿A qué huelen los abrazos?
- A ti.

Así de simple. 
Así de fácil.
Así de lejos... y tan cerca.


Ilustración: Alejandra Acosta


martes, 18 de julio de 2017

SENTIR Y VIVIR BONITO 💙🎈

Sentimos y vivimos bonito, porque en algún momento de nuestra vida también hemos vivido y sentido feo, repulsivo, repugnante. Y todos hemos pasado por ello. Sí, todos sin excepción.

De eso va la vida. De ir tejiendo emociones con las personas que merecen la pena, porque te la quitan. La pena, claro. 

Y de eso va la vida. De ir sembrando para seguir recogiendo. De seguir sonriendo a pesar de las batallas libradas. No todas ganadas, pero sí todas aprendidas.

Sí, de eso va la vida, de poder sentir y vivir bonito porque también hemos sentido y vivido feo. Pero oye, que con amor propio uno lo embellece todo. ¿verdad? 

Sentir y vivir bonito conlleva tener heridas curadas. Bien curadas, claro. Las heridas mal curadas atraen a los parches que solo sirven para sufrir innecesariamente. Y claro, así, pues no. No ni hablar.


Sentir y vivir bonito conlleva cicatrices bonitas, de esas que las sientes y piensas "caí, sufrí, me levanté y aprendí. Y le grité a la vida: ¡¡Déjame paso que voy de nuevo!!". 


domingo, 16 de julio de 2017

ME CANSÉ...

Me cansé de dar explicaciones al viento. De colmar los vasos medio vacíos con palabras sin retorno.

Me cansé de los “tequiero” sin sentido que solo servían para llenar la carencia de lo que no era. O de lo que sí pero no supe ver. 

Fue demoledor fustigarme con las interpretaciones ajenas que no eran las mías propias, ni el significado que yo daba a mis impulsos.

Rendir cuentas a la prepotencia y a los prejuicios de quienes pensaban que eran el ombligo del mundo fueron intentos caídos en saco roto. Mientras el mundo se los comía a ellos, sumidos en su ego mal entendido, mal interpretado… mal gestionado. 

Terminé exhausta de sacudir mis sentimientos para anteponer los de los demás a mi propia existencia.

Caí. Caí como cualquier ser humano enajenado por un querer sin suficiente amor propio. Por un querer, sin querer. Porque eso de querer bien es para los valientes, los impávidos, los héroes. 

Y seguimos pensando que querer mucho nos hace osados. Ay, piénsalo. No, qué va. Querer mucho sin querer bien, no es querer. Como querer a medias, tampoco. Y claro, así no.

He querido hasta rozar el odio metafórico desde mis entrañas. Con tanta pasión desmedida que dolió. Dolió alguna vez que otra, claro. Pero sufrir también es parte del proceso para poder resurgir de las cenizas, del lodo, de la oscuridad pintada con sentimientos confundidos por el apego que no sabemos gestionar. 

Ay, querida vida, cuánto tengo que seguir aprendiendo de mis tropiezos hechos caricias. Seguiré los pasos de la pasión y la osadía que tanto me han enseñado a ser feliz hasta hoy.


Mañana, bueno, mañana es un futuro demasiado incierto aún. Es el aquí y ahora. Y ya. 


lunes, 10 de julio de 2017

ESA FALSA VERDAD ABSOLUTA

Nadie tiene la verdad absoluta. Cada ser humano construye la realidad en función de lo que su cerebro percibe. 

Deberíamos dejar ya de pensar que somos Dioses.

La percepción de cada realidad es tan subjetiva como objetiva, dependiendo de los registros del cerebro de cada persona. 

Su pasado y su presente forman el global de su aprendizaje y su "sabiduría". Todos somos sabios y tontos en la medida de lo que sepamos, no solo por los estudios, sino por dicho aprendizaje, dentro y fuera de las aulas.

Y en base a este aprendizaje, determinamos conclusiones en milésimas de segundo y tomamos decisiones en menos de dos segundos.  

Insisto, nadie tiene la verdad absoluta porque todo, TODO, se basa en la percepción única y personal, que no intransferible debido a los impactos externos constantes, de nuestro cerebro. 

¿Por qué llamamos blanco al blanco? ¿Porqué llamamos café al café? ¿Por qué llamamos petricor al olor que desprende la tierra seca cuando se humedece con el agua de la lluvia? 

Siempre digo que contamos historias para no olvidar quiénes somos y de dónde venimos en realidad. Y que las palabras son el hilo conductor de nuestro entorno, sea el entorno que sea y al nivel que sea. 

Hacer un buen uso de las palabras siempre es enriquecedor tanto para quien las "escupe" como para quien las recibe. 

Pero de verdad, deberíamos dejar de pensar que somos Dioses y dueños de todo, sobre todo de la verdad absoluta inexistente.

A veces, y solo a veces, somos más ángeles caídos que Dioses. 

Tanta arrogancia, tanta soberbia, tanto ego mal entendido y peor gestionado. Tanta incertidumbre y tantos miedos incomprendidos. Tanta carencia de valentía para las cosas, incluso para las más inverosímiles. 


Tanto miedo a la verdad, incluida la no absoluta, y tanto cariño a las mentiras dañinas por autoproteger lo que, tarde o temprano, verá la luz. Tanto de todo y tanto poco de nada... o demasiado.