viernes, 28 de abril de 2017

La mejor manera de ser feliz con alguien...

Dijo Mario Benedetti: “La mejor manera de ser feliz con alguien es aprender a ser feliz solo. Así la compañía es una cuestión de elección, y no de necesidad.”

Aprender a ser feliz con alguien y que sea una prioridad y no una opción, debería ser el fin.

A ti, que estás en ese instante de reencontrarte contigo mismo para ESTAR, pero sobre todo para SER… ser mucho, como tú eres. 💙

Y a mi, claro, que no dejo de buscarme para reencontrarme. ¿Y quién no? Algunos lo llaman vivir. Vivir para ser, para crecer… para evolucionar.

Esa absurda y absorbente manía del miedo a la soledad y al compromiso. Ambos en un mismo espacio que oprime. Contradicción que no admitimos. Contradicción que nos ahoga, nos esclaviza como nudo en el estómago. Las entrañas que no permiten aliento.
Esa manía de pensar que necesitamos a alguien para ser felices. Esa media naranja en la que nos han hecho creer, cuando en realidad todos nacemos completos. 

A veces, la distancia entre dos personas o con uno mismo, solo aumenta el deseo de reencontrarse. Sí, incluso con uno mismo, cuando entendemos que la mejor manera para ser feliz con alguien, es aprender a ser feliz solo, ante todo.
A veces, uno debe perderse para reencontrarse. Aunque nos duela a los que respiramos cerca. Pero otras veces, unas pocas y escasas veces, un abrazo es la mejor forma de converger y redescubrirse. Ay, esos abrazos… Muchos lo llamarán perversión. Yo lo llamo ternura. 

Cuando no sepas dónde ir porque se derrumba tu mundo, acércate al mío. 💙 Y si no, siempre puedes volver a ti mismo. Es un buen y bonito lugar donde quedarte a vivir. 


Ilustración: Lucy Salgado.


jueves, 27 de abril de 2017

Aprendí a no hacer caso al miedo...

Aprendí a no hacer caso al miedo. A convivir con él en simbiosis, sin molestarnos. 

Aprendí que el miedo, sobretodo cuando se trata de los asuntos del corazón, no conlleva nada bueno. El vaivén del tira y afloja entre razón y corazón termina por dejar heridas. Las tuyas.

Aprendí que las puertas de la felicidad se abren a su paso, y al tuyo, cuando eres tú mismo quien se hace dueño de tu propio destino. 

Aprendí que el miedo siempre intentará susurrarte cautela con las emociones ajenas... y las propias. Ignórale. De verdad, ignórale y siente. Siente mucho. Aunque duela, entiéndeme. 💙

Y si duele, no pasa nada, las heridas se curan. Siempre aparece quien se transforma en apósito de felicidad para ayudar a sanarlas. Y cuando menos lo esperas... 

Respira profundo y deja que tus entrañas desgarren de la forma más tierna el ritmo incongruente de las corazas. Deja de lamentarte por tus circunstancias para ser feliz. Sé feliz.


Tan simple, y tanto que lo complicamos. 


martes, 18 de abril de 2017

Querida Paciencia. Tenemos que hablar...

Querida PACIENCIA. 
Tenemos que hablar. 
Nuestra relación no funciona. 
No nos entendemos. 
Y encima tienes las de ganar. 

Tolstói dijo: "Los dos guerreros más poderosos son la paciencia y el tiempo."

Una vez leí que la paciencia no es la capacidad de esperar, sino la habilidad de mantener una buena actitud mientras esperas. ¡¡Maldita rebeldía la mía!!

Pero por mucho que entendamos que todo depende de las circunstancias, y de nuestra actitud ante éstas, uno debe ser consciente que la impaciencia aparece cuando no dependen de nosotros los actos y los hechos.

Y claro, luego aflora la indomabilidad, esa obstinación que nada bueno conlleva. Cuando queremos que el tiempo pase raudo y vertiginoso para que cuando sea, cuando llegue ese anhelo, transcurra despacio, lento, flemático…

Ese tiempo en el que somos, y eres, en la calma del sosiego. 😌


sábado, 15 de abril de 2017

ME DIJERON...

Me dijeron que no sería capaz... y esta fue mi respuesta. Me dijeron que no llegaría... y así reaccioné.

Me dijeron que la vida es dura, y me reí diciéndoles que yo lo soy más. Que por eso me tatué "Resiliencia" en el lienzo de mi piel, por si me olvidaba. 👊🏻

Me dijeron que sufriría. Y yo les dije que perfecto, que haría del sufrimiento uno de mis mejores aprendizajes. La vida es eso, aprender a crecer y evolucionar con uno mismo para poder aportar a los demás. Pero aceptando que tenemos derecho a los días donde estamos encantadoramente insoportables. Esos en los que no me aguanto ni yo. 😊

Y aquí sigo, riéndome de la vida con ella, y de mi, de mi me río mucho. Es el principio fundamental para aceptarse uno mismo como es, siendo perfectamente imperfectos, afortunadamente.

Y qué gustazo estar llena de taras, oiga!! Esas que nos hacen ser quienes somos para que no puedan clonarnos. Eso que hace dejar huella... la tuya propia, y no la de otros. 😉

Mi vida ha sido, y a veces sigue siendo, una montaña rusa. Seguro que la tuya también ¡¡Ríete tú del Dragon Kan!! Pero de eso va la cosa. De esos vaivenes que nos ponen a prueba la paciencia y la no-paciencia de la que muchos somos dignos prescriptores de ella. De la impaciencia, claro.

Soy la personificación de la Teoría del Caos. Esa que dice que algo tan insignificante como el aleteo de una mariposa puede desencadenar un huracán en el otro extremo del mundo (Efecto Mariposa). Pocas personas han logrado sosegarme en mi existencia, os lo garantizo.

En todo caso, vida mía, sí, tú, esta que reside en mi desde hace 40 años. Sigue acariciándome la piel, las entrañas y las heridas cicatrizadas, que yo seguiré demostrándo(te)me que soy la vida andando a tus anchas (y a las mías) como me dijo alguien una vez. 💙




lunes, 10 de abril de 2017

Llenar vacíos mal entendidos...

No recordamos días, recordamos momentos. Si coleccionáramos más momentos y menos cosas, nuestra vida sería un lugar digno de la irrazonable inmortalidad. 

Hoy pensaba que, a veces, llenamos vacíos mal entendidos con la insensatez de las cosas tangibles que caen en el hueco de la falsa felicidad. Una felicidad con fecha de caducidad, claro. Y así, pues no. 

Otras tantas, los llenamos con personas convertidas en parches para las heridas recientes, esas que necesitan un tiempo personal para curarse, para madurar, para aceptar el cambio. Sí, cambio. En nosotros, por y para nosotros. La aceptación y el entendimiento de ser grandes. 👊🏻

Inconscientes… esos parches nos dañan más que nos curan, y a veces de forma excesiva cual pájaros enjaulados, cortando alas. No nos percatamos hasta que despojamos ese apaño, ese recosido que no encaja en nosotros, y dejamos que el aire de la vida, de nuestra propia realidad, haga de antiséptico y vaya cicatrizando.

Uno debe creer más en si mismo y luego en los demás. En ese orden. La fortaleza de espíritu no radica en el resto del mundo, sino en el nuestro propio, en nosotros.

Deberíamos mirar más a la luna, aunque ésta está llena de miradas perdidas buscando respuestas. Sería una bonita forma de perder de vista lo que nos deteriora, para encontrarnos a nosotros, nuestra esencia, eso que nos hace ser quienes somos. Y claro, así, sí. 

Falsa utopía. Bienvenida realidad... esa que nos hace crecer de forma inconmensurable. No olvides que tu corazón, y lo que en él reside, es tu huella "tactilar". Sí, de tacto...  💙


Foto: Flora Borsi

lunes, 3 de abril de 2017

Compartir es el verbo que coge la mano al verbo sentir

Aprendí que la noche da cobijo a mis ojeras emocionales hasta la indecencia, y que siempre es por causas ajenas directas. Claro, así, sí 💙

Que siempre hay una buena razón para "perder" las horas, los minutos y los segundos soñando despierta.

Que volar no es cuestión de poseer los cálamos de otros para crear alas, sino detentar las tuyas propias para que nadie te las arrebate o destruya.

Que compartir es el verbo que coge la mano al verbo sentir para andar juntos a lo largo de nuestra existencia.

Que la vida es para vivirla, no para verla pasar. Y que a mi edad, prefiero quedarme con la culpa antes que quedarme con las ganas. 🎈



domingo, 2 de abril de 2017

Heridas mal curadas...

Hace unos días pensaba en las heridas mal curadas que todo ser humano ha vivido en algún momento. Porque sí, todos las hemos sufrido. Es lo que tiene ser seres emocionales.

Esas heridas mal curadas que no te dejan avanzar, que no te permiten volver a ser feliz. 

Esas que se convierten en barreras casi inquebrantables para ser tú mismo de nuevo. Y claro, así no.

Huye de las personas que te utilizan de parche para sus heridas mal curadas. Hazlo. 

Corre... corre mucho sin mirar atrás, sin remordimiento ni desasosiego.

Porque esas relaciones están atestadas y saciadas de toxicidad, y solo conllevan dejar de vivir un tiempo invertido en quien realmente merece la pena. Tú.


sábado, 1 de abril de 2017

Bendita imperfección...

Y nos ofuscamos. 

Sí, ofuscarse, obsesionarse, cegarse, obnubilarse y tantos sinónimos como queráis añadir al hecho de aferrarse a un estereotipo, precisamente, creado por una sociedad imperfecta que busca la perfección donde no la hay y donde, afortunadamente, nunca la habrá.

Qué manía esa, la de querer ser perfectos, cuando la perfección más absoluta es, curiosamente, la IMPERFECCIÓN.

Con lo fácil que es pensar que nuestras imperfecciones nos hacen ser inclonables, únicos, IMprescindibles para muchas personas (sin apegos, por favor), INcondicionales, IRremplazables, INdispensables.

Maravilloso ser humano... cuánto te (nos) queda por aprender ¡¡Y lo bien que sienta querernos con taras!!