He visto cómo brillaban mis tropiezos en ojos ajenos. Por eso jamás me lamenté en mis caídas, para no dar más satisfacción a quienes vieron caerme, regocijándose. Luego vieron cómo me levantaba más fuerte, y vi cómo ese brillo se apagaba en sus ojos, claro.
He vivido en mi piel las #envidias de los que se creían Dioses. Pero en el mundo de los mortales, algunos finales son catastróficos. Vaya paralelismo con el Olimpo, oiga ;) He visto cómo grandes imperios caían después de llenarse la boca con exceso de grandeza y ostentación.
He olido los celos ajenos por aquello que tanto luché, y sigo luchando.
He acariciado la derrota hasta entenderla como lección de vida.
Me he levantado de los errores hechos tropiezos. De los tropiezos hechos aprendizaje. Del aprendizaje hecho experiencia. Sí, experiencia para seguir curándome las heridas en los nuevos batacazos…
Y los ostiones que quedan, que por quedar, quedan ganas de seguir lamiéndome las heridas. Y qué bien sienta, oye, que hay cicatrices bien curadas que son más atractivas cuando están presentes, como en el amor. 😌
He aprendido a reírme de los problemas. De los míos, claro, no los ajenos.
He aprendido a brillar con luz propia. Sí, como tú. Aunque a veces la oscuridad pretenda apagarme y le ceda rozarme un breve tiempo caduco. Ese mismo tiempo que dura lo que mi amor propio permite que dure, ni un segundo más. 💙
Sigo batallando para seguir creciendo, como tú. Sigo aprendiendo porque queda mucho por hacer, ni yo sé cuánto. He aprendido que siempre estamos en versión beta, afortunadamente. Sí, en la mejor versión beta del eterno #aprendizaje.
Luchar por lo que uno quiere con todas las consecuencias. Porque cuando dejes de ser tú mismo, ¿qué te va a quedar? Piénsalo... NADA.