Querida Yo misma:
No pretendas que todo salga como esperas. Eso no ocurrirá. Se llama vivir.
Pero no te preocupes. Después de la caída, de los rasguños, de esas lágrimas sin retorno...
...después de fustigarte, de lamentarte por haberlo hecho, de pensar que todo está jodido, de querer mandarlo todo a tomar viento... estarás bien. Créeme.
De verdad, créeme, confía en mi (en ti misma, claro), siempre terminas recuperándote y estando bien habiendo aprendido un poquito más. Habiendo crecido un poquito mejor.
Habiendo descubierto, quizá, una pequeña parte que desconocías de ti.
Tropieza. De verdad, tropieza. No pasa nada. Tropieza para poder morder el lodo y averiguar a qué sabe el fracaso hecho aprendizaje.
Las heridas se curan mejor cuando te levantas una y otra vez.
Sí, aunque lo tengas todo perfectamente descontrolado, confía en ti misma. Este es el secreto. 😉
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