Queridas intenciones: La vuelta de la esquina no es un destino.
Lo que realmente importa requiere esfuerzo, tiempo y ganas, muchas ganas, infinitas ganas.
Es un destino que a veces no se logra de la noche a la ma帽ana. Habitualmente, nunca se logra con la facilidad de las cosas banales, con la sencillez de las cosas inveros铆miles. Y as铆, pues no.
Pero claro, queridas intenciones, vosotras por si mismas no sois suficientes. No para mi, no para nadie.
Queridas intenciones. Sois s铆mbolo del paso del tiempo, de lo que transcurre en el tiempo y que no llena, solo acaricia.
Pero las caricias no son suficientes, como no lo sois vosotras, que aparec茅is hasta saciar la paciencia de lo que realmente trasciende.
No creo en hilos rojos. En f谩bulas e historias inventadas para cautivar, sencillamente, sin que logren ser palpables. Para crear expectativas de las propias intenciones. S铆, esas que crean un destino llamado facilidad a la vuelta de la esquina. Ese destino que desaparece porque no colma. Y no llena, no atesta, porque no se cuida, no se mima, no se siente.
Creo en el construir de las relaciones humanas, sean al nivel que sean. Mi madre me ense帽贸 que el amor es como una planta. Hay que regarlo cada d铆a un poquito.
Entiendo el motivo del poquito como parte del proceso para que permanezca esa necesidad bien entendida.
Si se riega demasiado, se ahoga. Ll谩mese agobios. Si no se riega, se muere. Ll谩mese indiferencia o desinter茅s.
Y cu谩n dif铆cil es encontrar el equilibrio en las cosas del coraz贸n. Ay, ¡¡coraz贸n!!
No creo en hilos rojos. Creo en mi. En el poder y la capacidad de amar, de querer. Pero querer bien, y no a medias. En la inteligencia de demostrar.
Creo en el poder de tener mil intenciones y llevar a cabo mil y una. Claro, as铆, seguro que s铆.
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