Qué manía esa, querer ser alguien que admiramos o pensamos, erróneamente, que es mejor que nosotros. Cuando deberíamos empezar por entender que somos una EDICIÓN LIMITADA.
Sí, la nuestra, edición limitada de nosotros mismos, claro. Y así, sí. Sí siempre. Hasta el fin de nuestra existencia.
Limitada, sinónimo de ÚNICO, del verbo "voy a aprender a quererme bien, para llegar a quererme mejor y no necesitar ser nadie que no sea yo mismo."
Cuán difícil nos lo pone la sociedad que intenta marchitarnos la conciencia y la esencia de lo que somos.
Cuán difícil nos lo ponen ciertas personas tóxicas que nos consumen el alma escudriñada para mal. Negando la evidencia de una verdad absoluta equivocada llamada dependencia.
Nadie es dueño de tu vida, y menos aún de lo que eres, de quién eres, de cómo eres, de tu esencia... de ti.
Y nos ofuscamos entre lamentos de lo que especulamos sobre un futuro incierto. Hasta que discernimos que es el aquí y ahora. Que hay que vivir, y que sea lo que tenga que ser.
Cuán fácil es, entonces, comprender que si es contigo, sí. Sí siempre. Contigo mismo, claro. Para que luego pueda(s) ser con los demás.
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