Nunca se es tan fuerte como cada vez que tienes que levantarte de la caída. De todas ellas, claro. De cada una de ellas, por supuesto.
Y aquí andamos, como si la vida nunca nos hubiera golpeado. Como si ésta fuera exenta de tropiezos, de la consecuencia de los ostiones que nos ayudan a besar el suelo.
Pero mira tú, aquí andamos, con la cabeza bien alta, mirando al frente y retándonos para seguir creciendo, para seguir aprendiendo a construir en lugar de destruir.
Para seguir aprendiendo a sumar y no restar. Aportar y compartir, maravillosos verbos hechos esencia. Es la única forma de aprender a ser mejores. Mejores personas, claro. Si no, no.
Para, sencillamente, adaptarnos a ese proceso de mutación que experimentamos de los cambio que producen los tropiezos hechos aprendizaje. Y claro, así, sí. Sí SIEMPRE. Y ya.
Alguien decidió llamarlo RESILIENCIA. 👊🏻
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