Con quién compartir mi día a día es un regalo que me sigue llenando a diario. Pero sobre todo, con quién me río y a quien hago reír infinidad de veces. Y lo más divertido, sin duda, reírnos de nosotros mismos o incluso, reírnos de la sin razón, de esas cosas que no tienen sentido, de esa risa floja que no tiene explicación alguna más que la felicidad de pensar que la otra parte está sanamente loca... locamente cuerda.
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Y aunque los problemas existen, porque existen, nuestra propia existencia nos enseña que la vida es para vivirla, no para verla pasar, y que las risas, esas sonrisas exageradas transformadas en carcajadas... dan vida. Alimentan nuestra esencia para seguir sobreviviendo en una sociedad cada día más marchitada, más tóxica, más sin escrúpulos donde no nos queda más que ese ínfimo espacio entre dos personas llamado sonrisa.
Y estas risas tontas me han hecho recordar una reflexión personal que escribí hace un par de años que os dejo aquí mismo:
“¿No os habéis parado a pensar nunca que todas las modas pasan, el tiempo transcurre, los problemas se solucionan (de una forma u otra), que avanzamos hacia adelante porque ir hacia atrás no toca, que aprendemos a diario si estamos concienciados y predispuestos a ello…
...pero lo que jamás pasa de moda, ni el tiempo es capaz de borrar, lo que no es necesario solucionar porque no es un problema, que nos ayuda a ir hacia adelante con más alegría, y que la predisposición a regalarla nos hace más felices... es LA SONRISA? Yo sí, sé que LA SONRISA NUNCA PASA DE MODA."
Estoy de acuerdo, LAS MEJORES SONRISAS SON LAS QUE NADIE ENTIENDE. Incluso a veces, ni uno mismo... y doy fe de ello ;)