Qué manía esa, pensar que con tocar la piel es suficiente.
Que con decir palabras bonitas y excelsas cambias el mundo de alguien. Sí, claro, momentáneamente, de forma efímera, perecedera.
Y no, no es suficiente.
Que con miradas uno se alimenta para siempre... incluso sin mirar, así, con la nostalgia de las historias pasadas.
No, así no.
Tampoco...
Qué manía esa, pensar que somos inmunes a las caricias que duran toda la vida. Joder si duran... algunas para siempre.
Seguro que también las has vivido.
Pero de verdad, si tienes que tocar, tóca(me) aquí. Justo en ese punto donde (me) cambias la vida.
Aquí, acariciando donde no se ve, donde no se toca.
En ese punto sublime donde tiene(s) el poder de dar vida y quitarla para besar el lodo durante un breve tiempo caduco.
Sí. Es tiempo de cambiar vidas.
Tiempo de cambiar la vida.
Tiempo de cambiar tu vida.
De cambiar(te) TÚ para seguir viviendo.
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