domingo, 3 de septiembre de 2017

Sonrisa perenne hasta cuando bailo con mis demonios

Querida vida. Si ayer te enseñaba a sonreír, hoy te juro y perjuro que mantendré la sonrisa perenne hasta cuando baile con mis demonios.

Que los miedos entiendan que no me río de ellos, si no con ellos. 

Que hay que hacer las cosas con pasión hasta cuando estás en el suelo. Besando el lodo, oliendo el fracaso hecho experiencia. Acariciando eso que llaman aprendizaje. De eso va la vida. Y ya. Y punto.

Que todo recuerdo arcaico que nos dio oscuridad se marchita cuando sonreímos, cuando acumulamos emociones y experiencias a través de nuestra existencia. De eso va la vida. Sí. 

Esos pequeños e inverosímiles momentos que hacen grande nuestra vida. Así, sin más... pero sin menos también (y tampoco).

Que nada es eterno. Las estrellas ya lo dijeron, los fugaces somos nosotros. Y aquí andamos, como si la vida nunca nos hubiera golpeado, sonriendo hasta cuando bailamos con nuestros demonios.

Esos miedos hechos palpables. Miedos mal entendidos, mal comprendidos, mal gestionados. A los miedos no hay que temerlos ni eliminarlos. Hay que comprenderlos para vivir en simbiosis con ellos.

Aprende a quererte, de verdad, aunque sea un poquito cada día. Quiére(TE)me, así, con TE de TÚ, de TI, de Amor Propio, de Autoestima. 


Con TE de Te Emociono porque ME emociono.


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