domingo, 22 de febrero de 2015

Dos años de intensas experiencias desde que llegué. La vida con Oxígeno se respira mejor...

Tal día como hoy, hace dos años… Tantas experiencias y situaciones transcurridas. Tantas alegrías, tristezas, decepciones, risas y carcajadas… lágrimas por doquier. Tantos pensamientos y tantos anhelos. Tanto aprendizaje… y lo que queda por llegar. 

Tal día como hoy, hace dos años, llegaba a Madrid con la maleta cargada de cosas materiales y mi mochila personal llena de ilusiones. Mis infinitas ganas de comerme el mundo que perduran, que no se han dormido ni se han quedado en ese estado de letargo que a veces cedemos, porque no se lo he permitido… ni pienso hacerlo.

Tal día como hoy llegaba a Madrid, exhausta, agotada después de dos noches de aventuras y desventuras que mantuvieron mi estado de vigía despierto más que nunca. El coche cargado. La adrenalina de las ansias por llegar actuando de cafeína. Muchos kilómetros por delante y en Madrid, preocupaciones. En Girona, más.

Y después de dos años, echo la vista atrás y no cambiaría, posiblemente, ni un ápice de lo vivido. Porque todo cuanto he sufrido me ha hecho aprender. Todo cuando he sentido me ha hecho crecer. Y todo cuanto sigo viviendo a diario, me hace mejor persona. Sigo siendo una loca apasionada que vive con intensidad todo cuanto hace, y así seguiré siendo porque no sé vivir ni ser de otra manera. 

Hace dos años dejé mi ciudad, mi familia, mis amigos y la mayor parte de mi vida a buen recaudo de unos padres a los que adoro y quiero por encima de todas las cosas. Era momento de dar un paso hacia adelante. Un gran paso hacia el abismo de una puerta infinita. Era momento de respirar a diario el Oxígeno que me sigue dando vida. Y hoy, un 22 de febrero de 2015 donde me siento inmensamente feliz al lado de Quien estoy, haciendo lo que me apasiona cada día, y habiendo conocido a muchísimas personas en el transcurso de estos dos años a las que algunas las considero amig@s, y otras, como todo en la vida, han sido parte del camino que quedó en el baúl de los recuerdos y de mi propio aprendizaje a través de las decepciones. 

Y es curioso cómo suceden las cosas en la vida. Esas casualidades en las que no creo. Hoy, también hace un año que fuimos a buscar al mamut de cuatro patas de casa a la Protectora, Freud. Y sonrío al pensar todo lo que hemos vivido. Momentos que no han sido nada fáciles. Muchas risas y algunas lágrimas también, cómo no. Pero compensa con creces.

Hoy tengo más motivos para no arrepentirme absolutamente de nada de lo que he hecho. Pero menos motivos de arrepentimiento tengo de todo cuanto me queda por vivir. Ya lo dije el 1 de enero e insisto en ello, prepárate 2015, porque tengo la convincente intención de agotarte. Así que testarudez, persistencia, cabezonería, lucha, predisposición y valentía, venid a mi que tenemos trabajo!! Agarrémonos que vienen curvas.

Foto: Google Search

viernes, 20 de febrero de 2015

A veces la necesidad ahoga...

Hay días en los que la necesidad ahoga. Incongruentes acciones que te impulsan al vacío de las consecuencias. Pensar, entonces, está sobre valorado por la sin razón de la autoexigencia incontrolada del deseo.

Cuando todo lo que pretendes lograr es tangible y palpable, se apaciguan las aguas. Cuando es intangible, o por alguna razón es inviable en el preciso instante de la exigencia, la vida se transforma, aunque sea por un breve tiempo caduco, en movimientos sísmicos que alteran el equilibrio del contenido y de las mismas circunstancias.

El querer hacer a veces supera el poder hacer... y crece la impotencia y el sin vivir. Se crea un bucle infinito que solo lo tranquiliza las palabras y la voz. No solo la voz de la conciencia. A veces esa voz capaz de hacerte respirar de nuevo.


Gif: Google Search

lunes, 16 de febrero de 2015

Cambiar, adaptarse y mutar es EVOLUCIONAR

El 12 de mayo de 2014 escribí esta reflexión personal que añado después de la imagen. Hoy la recordaba, como tantas veces me vuelve a la mente en forma de recordatorio para no olvidarme que equivocarse también es parte de la evolución y del crecimiento personal. Pensamiento que me acompaña desde hace... y permanece vivo.

Parece mentira que la misma vida consiga distorsionarnos la mente de forma incontrolada por las circunstancias en momentos puntuales. Seamos honestos, somos nosotros mismos quienes a través de las experiencias, de las situaciones vividas, de los recuerdos que permanecen en el letargo despertando a su antojo sin previo aviso, de todo aquello que aún nos queda por vivir... nos moldeamos para sobrevivir. Pero sobre todo, deberíamos moldearnos para ser un poquito mejores personas cada día.



"El medio no se adapta a nosotros. Nosotros nos adaptamos al medio y lo reestructuramos para nuestras necesidades.

Cambiar, adaptarse y mutar es EVOLUCIONAR. Sigo con mi mutación diaria. Esa intangible que provoca mi adaptación al cambio. Al cambio de la evolución para ir creando y construyendo lo que me identifica.

Aprender es evolucionar. Equivocarse también. Porque a veces es el único camino para el proceso del primero. Obviar los errores cometidos se convierte en la ignorancia absoluta de uno mismo, poniendo freno a la ley transgresora que vulnera los sentimientos palpables del ser humano."

jueves, 12 de febrero de 2015

Cometer locuras inconscientes de forma consciente. Crecer...


Creo que a veces es necesario cometer locuras inconscientes que rompan los esquemas de nuestra propia existencia, para dar más vida a la propia vida. Siempre que no dañen a nadie... ni a nosotros mismos. Aunque al fin y al cabo, tanto las locuras conscientes como las inconscientes forman parte de ese ser en el que nos vamos convirtiendo en el transcurso del tiempo.

Es cuestión de absorber experiencias. Batallas ganadas que han llegado a través de las derrotas, de los pseudofracasos que nos enriquecen, que nos hacen aprender, que nos hacen más fuertes, más resistentes... esas que nos hacen crecer.

Y aprendemos a observar a nuestro alrededor, a veces con una pasividad inquietante. Otras, con ese ser visceral, con esa impulsividad que nos lanza al precipicio de las consecuencias. Esa que nos empuja a un vacío incierto. El de los riesgos que merecen ser vividos.

Ahora toca seguir existiendo y viviendo de forma consciente. Quitar la arena que molesta en el camino para allanarlo y crear así, a nuestro antojo, un destino que solo de nosotros depende que esté escrito en lo que será el transcurso de nuestra esencia. Esa mochila cargada de lo que somos. Porque en definitiva, somos la suma de nuestras experiencias y nuestras emociones, pero sobre todo, lo que hacemos con todas ellas.


domingo, 8 de febrero de 2015

La verdad duele a quien no está preparado para escucharla.

A la gente no le gusta escuchar ni leer las verdades. La verdad duele, y encima ofende a quien no sabe interpretarla ni aceptarla. A veces me pregunto si el ser humano está preparado para escucharla. Sinceramente, creo que no. 

Éste, el ser humano, se ofusca cuando alguien le rompe los esquemas de lo que tan firmemente ha pensado y además ha dicho o ha dejado por escrito. El ser humano, insisto, es egoísta por naturaleza. Aburren enormemente las personas que solo se ven su ombligo pensando que son el centro del mundo y del Universo, llevando borriqueras que no les permiten ver más allá de sus palabras, sus pensamientos y su única verdad. Lo triste es que tampoco ven más allá de sus acciones. No escuchan ni tienen un ápice de predisposición para hacerlo. Ni lo pretenden… 

Nos llenamos la boca de mantener la mente abierta y en realidad, existe millones de personas que la custodian sumamente cerrada incluso para aprender. La humildad y el respeto, el compañerismo y la empatía… valores perdidos o aletargados que tristemente se marchitan con el paso del tiempo.

Y cuando dices verdades a quien no está preparado para escucharlas o leerlas, entonces, uno se convierte en el ser más despreciable y arrogante de la faz de la tierra. Pero afortunadamente, la vida te enseña a filtrar aquello que realmente es importante en la vida, en tu propia vida. Te enseña el valor de la verdad, de las mentiras, de las hipocresías, del egocentrismo y los egoísmos mal entendidos. Te enseña a valorar quienes aceptan una crítica constructiva porque así has pretendido hacerlo. Pero la vida también te enseña a saber interpretar las palabras ajenas, a pensar antes de hablar… antes de actuar. Acción-Reacción no siempre es un buen binomio. 

La vida te enseña, precisamente, a aprender por encima de todas las cosas, de cualquier cosa. ¿Desde cuándo nos hemos vuelto tan cínicos? Como dice el dicho, no hay más ciego que aquél que no quiere ver. Y ya de paso, me permito la osadía de añadir que estas personas, inconscientemente, van rompiéndose en trocitos de inhumanidad... 


Foto: google Search