Hace un año, exactamente el 26 de junio de 2014, escribí algo que quiero recordar, y me gusta hacerlo... recordarlo para no olvidar que nada es eterno, que el ser humano debe aprender de sus caídas para transformarlas en aprendizaje. Y porque sentimientos y sensaciones como estas no se viven una única vez en el transcurso de nuestras vidas. Es necesario experimentar y revivir estas sensaciones SIEMPRE.
"Al final, todo cae por su propio peso, lo bueno y lo malo, en mayor o menor medida. El tiempo transcurre y las circunstancias se mueven al vaivén de nuestras decisiones.
Nada es infinito, y mientras dure, es necesario cuidarlo y procurar vivirlo con intensidad. Porque nunca sabes cuán fugaz puede ser un momento... a menos que tengas la capacidad de manipularlo para tu conveniencia egoísta. Y en dicho caso, casi siempre hay daños colaterales.
Todo esfuerzo merece una recompensa. No solo a nivel laboral, la mayoría de veces, incluso, más a nivel personal. Los sacrificios son recompensados. Las actitudes, más aún. Pero enmendar errores para ser mejor persona no tiene precio más que la recompensa de evolucionar para llegar a vivir más tranquilos y con una conciencia más limpia.
Hoy he leído:
- ¿Tú qué tomas para ser feliz?
- ¿Yo? Decisiones.
Nada más que añadir..."
Foto: Autor desconocido
Y es que todo en esta vida se podría resumir en decisiones y emociones. Nos pasamos la vida tomando decisiones, incluso las cucharadas de azúcar que ponemos en el café ha sido previamente estudiado y decidido.
La grandeza de nuestras decisiones solo depende de cuán grandes queremos llegar a ser como personas. Ya no a nivel profesional, porque esto es parte de una ambición personal tan lícita como cualquier otra mientras no se dañe a lo ajeno. Si no a nivel personal como seres humanos.
Hemos llegado a un punto donde es necesario humanizar lo que se presupone que ya está humanizado y que, lamentablemente, no siempre es así. Nos toca ser parte de nuestra naturaleza más emotiva para poder ser parte de un ecosistema que necesita personas, no etiquetas impuestas por una sociedad cada día más degradada.
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